Se pretende acentuar el carácter peatonal del puerto deportivo consiguiendo tres cosas muy importantes:

1. Eliminar cualquier agresión que el tráfico rodado genera en los espacios que ocupa.

2. Consigue la unión con el municipio de una forma muy acentuada, desapareciendo cualquier frontera clara que los distinga e invitando al paseo peatonal no solo por la pasarela del contradique sino, sobre todo, por el muelle de la Ribera.

3. Nacen nuevos espacios de reserva para usos compatibles y necesarios para la generación de vida del puerto, principalmente terciarios. Como base de nuestra intervención hemos buscado rotundidad volumétrica para contrastar con un entorno muy etéreo tanto por el mar, las embarcaciones y el fondo del municipio. Un edificio que muestre claramente su función mediante grandes aberturas de control volcado al puerto, dando casi la espalda al municipio. En planta alta descaramos la intención con paralepípedos que se asoman como periscopios sin excedernos en la alegoría pero sin esconder su carácter distintivo.

El edificio de oficinas se desarrolla en dos plantas con una superficie de 362 m2, la mayor parte en planta baja. De planta casi cuadrada está claramente marcada por dos ejes que se cruzan en cruz.

Un primer eje que nace en el acceso principal muriendo en las escaleras y que acompaña en planta alta a la galería que se abre a doble altura y al despacho 2. El segundo eje se desarrolla perpendicularmente al primero, dividiendo el edificio entre usos principales y secundarios, siendo los primeros; administración, control y marinería y los segundos; almacén, aseos y archivos.

La necesidad de comunicar los usos de los diferentes edificios con el contradique y con el paseo marítimo los confluir en un punto que se asoma a la playa mediante una prolongación volada. La reurbanización del Muelle de Levante se resuelve mediante una pasarela que, sobre la escollera recorre todo el contradique hasta la bocana. Dicha pasarela rompe la excesiva linealidad del contradique mediante quiebros que se vuelcan hacia el mar apoyándose paralelamente e interiormente a muros de hormigón que tienen una cuádruple función. Una primera exclusivamente estructural ya que soportan la carga de vuelco de la pasarela volada; una segunda puramente formal como ventana al mar y reconocimiento estético; una tercera como defensa del propio paseo y una cuarta como bancos que sirvan de descanso contemplación. Dicho paseo-pasarela se abre de forma intermitente hacia la zona portuaria posibilitando al peatón la elección del recorrido y la elección de estos de puntos distintos de recorrido.