El concurso propone una serie de usos terciarios que equipen al conjunto residencial contiguo de la misma promotora. El proyecto resulta ganador por la calidad arquitectónica de la propuesta: un mundo interior libre y cambiante en una parcela con una geometría triangular profundamente rígida. A través de la libertad de la curva y la riqueza cromática de la vegetación y los pavimentos se consigue un resultado atractivo e inesperado que otorga todo el protagonismo al movimiento, tanto en planos de fachada y cubierta, como en recorridos libres y sinuosos. El club concentra la edificación al máximo bajo una misma cubierta de hormigón que ya empieza conformando la entrada al recinto a través de un acogedor porche. Esta pieza sirve de charnela entre la zona deportiva del norte y la de restauración y piscina al sur.